Contra la carretera San Cristobal - Palenque
“Esta obra representa el inicio de la devastación de nuestra madre tierra y de toda la vida que hemos preservado por siglos” —escribe el Modevite
Como era de esperarse tras la aceleración que los gobiernos federal y del estado de Chiapas dieron a la idea de construir la autopista Palenque – San Cristóbal, el gobernador del estado de Chiapas, Eduardo Ramírez Aguilar, dio inicio a la construcción del tramo Palenque-Ocosingo.
“Ruta de las Culturas Mayas” es el nombre dado al proyecto, una clara referencia a lo ya implementado con el Tren Maya por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. El nombre no es casual: es un intento de dar una apariencia socio-cultural a un proyecto de infraestructura invasivo que, desde principios de los años 2000, cuando entró —con el aeropuerto de Palenque— en las agendas políticas y económicas de los gobiernos, ha enfrentado críticas de la oposición social.
Mientras que desde la política se dice que la “Ruta de las Culturas Mayas” es una “obra estratégica que busca fortalecer el vínculo entre los pueblos indígenas, promover el turismo cultural y estimular el desarrollo económico de la región”, los movimientos sociales denuncian que en realidad es un pretexto para transformar morfológicamente el territorio y, con ello, los equilibrios y costumbres socio-culturales de la zona.
La clase política celebra unida el inicio de las obras; no solo el gobierno federal y estatal, sino también el municipal, con Fabiola Ricci Diestel, presidenta municipal de San Cristóbal de Las Casas, quien calificó el proyecto como un paso histórico hacia el desarrollo integral de Los Altos de Chiapas. Para la alcaldesa, esta carretera “no solo mejorará la movilidad entre Palenque, Ocosingo y San Cristóbal, sino que también simboliza la unión de los pueblos y la revalorización de la riqueza cultural maya. Hoy se construye una carretera, pero también un futuro de oportunidades para nuestras comunidades”.
Diecisiete sindicatos de transportistas de Palenque y Salto de Agua, junto con varios consorcios encargados de la construcción, firmaron un pacto de apoyo mutuo para respaldar las obras.
La ausencia de la autopista San Cristóbal de Las Casas – Palenque no ha limitado la llegada de turistas que, con los años, han saturado Chiapas, al igual que la ausencia del aeropuerto de Palenque. Ahora, parecería que la intención es conectar San Cristóbal con el Tren Maya y, para hacerlo, intervenir en el territorio garantizando transportes, mercancías y personas con mayor rapidez. Sin embargo, las mercancías parecen ser el verdadero eje del proyecto, dada la crisis constante del turismo en Chiapas.
La turistificación del estado ha sido una práctica de contrainsurgencia, de transformación urbana, de imposición de nuevos equilibrios y de un modelo económico que hoy está en crisis. La pandemia fue la gota que derramó el vaso y evidenció los límites del sistema turístico; en este vacío, surgieron los grupos criminales.
El conflicto entre criminales se ha convertido en el justificante de la crisis y en el motor para imponer una nueva gobernanza, hoy representada por el FRIP- "Fuerza de Reacción Inmediata Pakal.
Chiapas no necesita esta carretera, el capital sí. Como ha ocurrido en otros territorios, “la llegada de los grupos criminales”, la militarización como respuesta, y la crisis económica han abierto la puerta a la realización de megaproyectos.
Pero los proyectos extractivistas que unen política, empresas legales e ilegales y fuerzas armadas no fueron aceptados ayer, y tampoco lo son hoy.
A pocos días de las declaraciones públicas del gobernador de Chiapas y de la alcaldesa de San Cristóbal, llega la denuncia pública del Movimiento en Defensa de la Vida y el Territorio (Modevite). “El territorio es nuestro” es el título del comunicado, donde se puede leer: “Rechazamos ser utilizados para legitimar proyectos que solo benefician a las élites políticas y económicas del estado de Chiapas”.
El Modevite responde directamente al gobernador Ramírez Aguilar, señalando que “el gobierno pretende legitimar un proyecto de muerte utilizando nuestras ceremonias ancestrales y bendiciendo las máquinas que vienen a destruir nuestro entorno y la vida comunitaria. Es una vil mentira, pues afirma haber dialogado directamente con los dueños de las tierras o parcelas por donde pasará el trazo de esta autopista”.
“Esta obra representa el inicio de la devastación de nuestra madre tierra y de toda la vida que hemos preservado por siglos” —escribe el Modevite— “La construcción de esta carretera destruirá selvas, ríos, manantiales y territorios sagrados, además de alterar los modos de vida de las comunidades, facilitar el despojo territorial y abrir paso a intereses extractivistas”.
El Modevite resalta tres puntos críticos:
La devastación de nuestra Madre Tierra: La primera fase del proyecto destruirá 387 hectáreas de selva, contaminará los ríos de la región (como el Jataté y el Tulijá) y arrasará con nuestras colinas ceremoniales. Esto viola el Convenio 169 (art. 13) que protege nuestra relación espiritual con la tierra.
La privatización encubierta: Cuando el gobernador afirma: “Los ingresos del peaje [...] quedarán en manos de quienes lo sostienen”, oculta que los verdaderos beneficiarios serán las empresas turísticas y agroexportadoras.
La militarización y represión: El despliegue de fuerzas de seguridad en la zona (documentado por el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas) busca silenciar nuestra resistencia.
A esto se suman las sombras de privatización de la obra, así como los costos adicionales. Es decir, además del daño, la burla. Destrucción ambiental, inutilidad de la obra, crisis del turismo, y el riesgo de una nueva imposición autoritaria que genera una nueva gobernanza territorial, donde militares, grupos criminales y empresas imponen —con violencia— el “orden”, la transformación de las relaciones socioeconómicas y culturales, y el aprovechamiento final por parte de privados.
Por eso mismo Ángeles Mariscal escribe en Pie de Página:
“El costo de construcción por kilómetro, incluidos tres túneles, se estimaba entre 80 y 100 millones de pesos. El presupuesto estatal no podía cubrirlo, y la presidenta Sheinbaum había determinado que el tramo Palenque-Ocosingo sería asumido por el gobierno estatal, lo que provocó un retraso de 6 meses en el inicio de las obras. El gobernador explicó: ‘En una de mis pláticas con la mejor presidenta de México, la doctora Claudia Sheinbaum, me dijo: “Eduardo, este año tenemos algunas prioridades relacionadas con las grandes obras iniciadas por el expresidente López Obrador. Si comienzas la construcción y veo que el pueblo de Chiapas te respalda en esta decisión, yo también te apoyaré”.
El 8 de junio se dio luz verde para comenzar los primeros 5 kilómetros de los 110 previstos para la supercarretera. El costo estimado es de 80 millones por kilómetro, así que, si los precios actuales de materiales como el acero se mantienen, solo para esta fase inicial se necesitarán 400 millones de pesos. No se ha informado de dónde saldrán los recursos.